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Días sin días

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Días sin días, pasan sin que podamos hacer nada por evitarlo, las horas avanzan y duele que avancen, una total incertidumbre nos envuelve, el corazón irradia la esperanza que la razón insiste en sabotear, la mortalidad se nos recuerda con cada tic-tac, el progreso como lo conocemos muestra lo inútil que ha sido, lo que creíamos mejor era peor, que engaño, por qué no lo descubrimos a tiempo, es nuestro destino no tener destino, cómo flotar si nos enseñaron a luchar, como soltarnos si el deber ser es atrapar, atrapar, atrapar, atrapar, un sentido sin sentido, un dolor con mucho dolor, una inexplicable explicación, un hundimiento en las profundidades de la desazón, de la imposibilidad, de la inutilidad, de la potente impotencia, una luz que quiero encontrar, no quiero que se rompa el fino hilo de la esperanza, quiero ser lo suficientemente liviano para poder elevarme con ella y vivir sin ese vacío que no quiero tener.

¿En busca de la felicidad?

Cada día es un día nuevo porque la manera de percibirlo cambia a medida que experimentamos. Hoy tuve la oportunidad de ver una película llamada persiguiendo la felicidad, título que le queda perfecto. El protagonista tiene que pasar unos cuantos sufrimientos antes de alcanzar esa anhelada felicidad, pero ese no es el tema que me lleva a escribir hoy, la cuestión es que el protagonista tiene siempre como prioridad su hijo, su hijo se convierte en lo más importante y su tesoro más preciado, buscando siempre darle lo mejor, dentro de sus posibilidades, a su hijo. La película la vimos con mi esposa, a quien de inmediato le trajo a su papá a la memoria. Don Cris fue un hombre que siempre buscó lo mejor para sus hijas, les inculcó muy buenos valores y principios, fue un hombre intachable, buen padre, buen hijo, buen hermano, un buen hombre en todo los sentidos. Al igual que muchos tuvo recaídas económicas, pero siempre estuvo dando lo mejor de sí. Sin duda es una historia que merece ser cont