A quien nos enseñó a vivir*
Lo que siente el padre cuando abraza a su hija, sabiendo que en pocos días, ella ya no estará, aquella enfermedad incurable e imbatible se la habrá llevado y él no puede hacer nada, nada más que vivir cada minuto que pueda a su lado.
La muerte, preferimos no pensar en ella, es dolorosa, nos deja un vacío, no es alguien a quien queramos invitar. Sin embargo cada que aparece, visitando a alguien cercano, nos hace pensar sobre la vida, sobre nuestra vida.
Aunque sin la muerte no habría vida. Sólo se puede morir si se está vivo. La energía es eterna. Cuando decide manifestarse en vida, entonces aparece la muerte.
Pero sólo el ser humano sabe que existe la muerte. Los demás seres vivos simplemente viven, sin pensar que son algo más que una manifestación de un cúmulo de energía, sin pensar.
Algunos humanos en cambio queremos creer que somos mucho más, que tenemos un propósito, que debemos encontrarle un sentido a la vida, que debemos trascender. Todo eso en lo que llamamos profundidad, pero en la superficie hay mucho más, hacer lo que dicta la sociedad, la família, ser exitoso, contribuir, servir, etc. Y si por algún motivo no estoy logrando cumplir con algo de eso, entonces debemos sentirnos culpables, decepcionados de nosotros mismos, no hay carnaval, no hay fiesta.
Sin embargo en ocasiones encontramos algunos seres humanos que funcionan de manera distinta, las razones no se pueden saber, ni ellos mismos lo pueden saber, lo cierto es que logran navegar por la vida con una actitud de no culpa, de aprendizaje, de alegría. Sin condenar, aunque cuestionen. Suelen ser amados, aunque simplemente aman, aman el movimiento de la vida.
Ayer se fue esa hija, esa hija que muchos nos encontramos en nuestro camino, aprendimos de ella y con ella, y muchos amamos. Para ella terminó esta fiesta, fiesta que gozó hasta el final. Gracias por traernos vida.
* A mi amiga Tatiana Andia
https://youtu.be/ve2eIEvhyUw?si=uNxhUjy7nhRU2PUP
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